jueves, 18 de septiembre de 2008

Fuga

INTRODUCCIÓN

Fuga, composición musical de un solo tiempo y escrita en estilo polifónico, en la que un tema melódico se ve sistemáticamente sometido a la imitación melódica. La textura musical de una fuga descansa en el contrapunto (melodías entretejidas), y su rasgo estilístico más importante es el tratamiento del material temático por medio de la imitación. Esta característica es típica también del fugato, un pasaje que emplea técnicas de la fuga dentro de otra forma, por ejemplo, la sonata. Sin embargo, no necesariamente se ajustará en todos los detalles a una forma fija. La calidad de la fuga depende del partido que se saque del contrapunto riguroso de una única idea. Por ello, cualquier fuga responderá esencialmente a una fórmula abstracta, aunque se desviará de ella en cierto grado.
Pueden estar escritas para un instrumento solista, como el órgano o el piano, para grupos de instrumentos o para grupos de voces, ya sean acompañadas, o a capella. El número de partes o voces será dos como mínimo, aunque lo más habitual es que sean cuatro. Este número se mantendrá constante a lo largo de la obra.

ESTRUCTURA

Las partes principales de una fuga son la exposición del tema y su imitación. La fuga comienza con la exposición del sujeto que preferentemente aparecerá solo, aunque puede ir acompañado por una o varias voces. Una vez expuesto aparece la respuesta con la última nota del sujeto en la que una segunda voz imita el tema, generalmente en un intervalo de quinta superior o cuarta inferior respecto a la aparición inicial. La respuesta puede ser una repetición literal del tema o sujeto (una respuesta real) o una imitación libre del mismo (una respuesta tonal).
Durante la respuesta, la primera voz continúa evolucionando en un contrapunto libre. Si este contrapunto contiene una melodía significativa que volverá a aparecer más adelante, entonces la melodía se llama contratema o contra sujeto. A la respuesta puede seguirle un breve periodo de contrapunto libre en ambas voces, pero después de un corto espacio de tiempo entrará una tercera voz con una aparición del tema que comienza en el mismo grado de la escala que la primera exposición, aunque una octava por debajo o por encima. Estas apariciones alternadas del tema y la respuesta continuarán hasta que hayan entrado todas las partes. Las voces ya activas continuarán evolucionando en contrapunto libre, pero a veces permanecerán silenciosas durante breves periodos.
A la primera exposición completa le sigue un episodio (pasajes de contrapunto libre construidos con figuras melódicas derivadas del tema, el contratema o el contrapunto libre de la exposición). Las exposiciones siguientes mantienen la textura contrapuntística libre del episodio precedente. Las exposiciones intermedias también pueden utilizar la modulación de una tonalidad central en otras relacionadas.
La fuga puede emplear mecanismos contrapuntísticos adicionales, como la aumentación (exposición del tema con valores más largos), la disminución (exposición del tema con los valores temporales disminuidos), la inversión (la repetición del tema con la melodía dada la vuelta), el estrecho (una serie de entradas imitativas comprimidas, en las que cada voz comienza el tema antes de que la voz precedente haya finalizado su declaración) o el punto de pedal (una larga nota sostenida en el bajo mientras las otras voces continúan en contrapunto).
La fuga con varios temas puede ser doble o triple, e incluir exposiciones de segundos y terceros temas. Hay otro tipo de doble fuga en el que el segundo tema aparece como contratema durante la primera exposición para luego ser utilizado a lo largo de la pieza. Un ejemplo de ello lo encontramos en el kyrie del Requiem de Wolfgang Amadeus Mozart.

HISTORIA

El rasgo estilístico fundamental de la fuga (la imitación de un tema por voces que entran sucesivamente) cristalizó en el motete y la chanson renacentista alrededor de 1500. Estas formas evolucionaron para convertirse en los antecedentes inmediatos de la fuga, el ricercare y la canzona, formas instrumentales relevantes en el siglo XVI y comienzos del XVII. El ricercare del compositor italiano Girolamo Frescobaldi y las fantasías para órgano del compositor holandés Jan Pieterszoon Sweelinck tuvieron una influencia especial en el desarrollo propio de la fuga.
Durante el barroco tardío (la primera mitad del siglo XVIII), la fuga fue muy desarrollada por los organistas-compositores del norte de Alemania, especialmente por Dietrich Buxtehude. La época de esplendor comienza a mediados del siglo XVIII y llega a su máximo expresión con Johann Sebastian Bach que mostró todos los matices y artificios de la fuga en dos colecciones monumentales: El clave bien temperado y el inconcluso Arte de la fuga. Posteriormente decae el uso de esta forma. En Inglaterra, el alemán coetáneo de Bach Georg Friedrich Händel, utilizó fugas corales en sus oratorios. En la era del clasicismo (c. 1750-c. 1820) compositores como Joseph Haydn, Ludwig van Beethoven y Mozart incorporaron la técnica de la fuga en sus sonatas, sinfonías, obras corales y cuartetos de cuerdas. También fueron destacados exponentes Johannes Brahms y César Franck en el siglo XIX, y ya en el XX Paul Hindemith.

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