jueves, 18 de septiembre de 2008

Cantus Firmus

Cantus firmus, en la música medieval y renacentista, melodía preexistente utilizada como base para una composición polifónica.
Durante los siglos XIII y XIV, la melodía se extraía del canto llano y se interpretaba con figuras largas en la voz más grave, conocida como tenor (del latín tenere, ‘sostener’). Las voces superiores se movían con figuras más breves. Este tipo de cantus firmus fue la base de las primeras formas polifónicas: organum, cláusula, el motete de los siglos XIII y XIV y algunas partes de la misa. En algunos casos, el cantus firmus escogido se interpretaba en notas cortas (quizás por su naturaleza melismática), con lo que el tenor se movía con más o menos la misma velocidad que las voces agudas.
En el siglo XIII el tenor se organizó en modelos repetidos que tenían poca relación con el canto llano original. En el motete, como forma más elaborada durante el siglo XIV, el tratamiento del tenor se aplicó en algunos casos a las voces superiores con el sistema de la isorritmia. En este siglo también se utilizaron canti firmi tomados de fuentes profanas y se experimentó en su tratamiento, por ejemplo, llevando el cantus de una voz a otra o distribuyéndolo entre todas ellas.
En el siglo XV las técnicas de cantus firmus se hicieron más elaboradas, especialmente en el motete y la misa. En algunos casos la melodía aparecía todavía inalterada y con un tratamiento parecido al que hemos visto en la voz de tenor. Éste es el caso de algunas partes de la misa durante la primera mitad del siglo, en especial los Glorias y los Credos. Posteriormente, las partes de la misa se agruparon por pares en los que aparecía el mismo cantus firmus. En torno a 1440, compositores como John Dunstable empezaron a unificar todas las partes de la misa con la utilización de un único tenor (misa cíclica).
Otra técnica fue la interpolación de notas entre las de la melodía original para producir una nueva versión, sistema conocido como ‘paráfrasis’, que solía aparecer en la voz más aguda. A partir de mediados del siglo XV, compositores como Dufay, tomaron prestadas, entre otras, melodías de canciones populares, voces de obras polifónicas o algunas partes de otras piezas. Esto produjo un nuevo tratamiento del cantus firmus. Conforme el principio imitativo fue aumentando en importancia, el sistema anterior entró en declive. En el siglo XVI el uso del cantus firmus sin ninguna elaboración en las misas y los motetes se consideró anticuado, aunque durante mucho tiempo permaneció en la música instrumental (por ejemplo, en los conjuntos de violas y en el preludio coral).

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