jueves, 18 de septiembre de 2008

Ars antigua y Ars nova.

Ars antiqua y Ars nova (en latín, ‘arte antiguo y arte nuevo’), en la música antigua, términos utilizados por algunos teóricos de comienzos del siglo XIV para distinguir las técnicas musicales de su tiempo (Ars nova) de las de siglos precedentes (Ars antiqua).
El Ars antiqua, en sentido estricto, sigue los escritos de tres músicos teóricos de la segunda mitad del siglo XIII, Franco de Colonia, el maestro Lambertus y Petrus de Cruce, y cubre el periodo en el que se utilizaban las formas del organum, conductus, motete, cantilena y hoquetus. Se diferenciaba del Ars nova también por la notación musical de esta última: el uso de figuras largas como la larga, la breve y la semibreve, la división de éstas de forma perfecta (cada figura se subdivide en otras tres de menor valor), así como la utilización de seis modelos rítmicos básicos conocidos como modos rítmicos. La denominación de Ars antiqua también hace referencia a toda la música polifónica desde finales del siglo XII hasta los últimos años del siglo XIII. Con ello se incluye la escuela de Notre Dame (1160-1260) con sus dos famosos compositores Leoninus y Pérotin y el periodo posterior (1260-1320) después del cual comienza el Ars nova.
Philippe de Vitry escribió un tratado que se publicó en el año 1322 titulado Ars nova, del cual se cree proviene esta denominación. Johannes de Muris había ya expuesto en su libro Notitia artis musicae (1321) el sistema de notación mensural del Ars nova. Esta notación hace pensar en los motetes del poema satírico Le Roman de Fauvel (1310?-1314), pero habitualmente incluye la obra de Guillaume de Machaut y por extensión toda la música polifónica francesa del siglo XIV. También hace referencia a la música alemana, española e inglesa. Para la italiana se ha aplicado la denominación de trecento por cuanto se trata de una notación y un estilo completamente distintos de los franceses.
En Francia, los avances en la notación, especialmente al abandonar los modos rítmicos, posibilitó una expresión artística de mayor vuelo. Los ritmos se complicaron con la introducción de divisiones de las figuras en dos o en tres figuras y la aparición de otras más pequeñas, como la mínima y la semimínima. El ritmo tuvo por fin una notación inequívoca para el intérprete (desde mucho antes la notación ya era diastemática). La mayor secularización de la sociedad dio importancia a formas profanas como la chanson. La aplicación de la isorritmia en la música religiosa (motete, misa) aumentó la duración de estas obras.

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